martes, 12 de febrero de 2008

¿POR QUÉ LAS MUJERES TARDAMOS TANTO CUANDO VAMOS A UN BAÑO PÚBLICO?


El gran secreto de todas las mujeres
respecto a los baños es que de pequeña tu mamá te llevaba al baño, te
enseñaba a limpiar la tabla del inodoro con papel higiénico y luego
poñia tiras de papel cuidadosamente en el perímetro de la taza.


Finalmente te instruía: “Nunca, nunca te
sientes en un baño público” Y luego te mostraba “la posición” que
consiste en balancearse sobre el inodoro en un posición de sentarse sin
que el cuerpo tenga contacto con la taza.


“La Posición” es una de las primeras
lecciones de vida de una niña, súper importante y necesaria, nos ha de
acompañar durante el resto de nuestras vidas. Pero aún hoy, en nuestros
años adultos, “la posición” es dolorosamente difícil de mantener cuando
tu vejiga está a punto de reventar.


Cuando “tienes que ir” a un baño público,
te encuentras con una cola de mujeres que te hace pensar que dentro
está Brad Pitt. Así que pides la vez y esperas pacientemente, sonriendo
amablemente a las demás que también están discretamente cruzando
piernas y brazos. Es la posición oficial de “me estoy meando”.


Por fin te toca a ti, pero siempre llega la típica madre con “la
niña pequeña que no se puede aguantar más” y aprovechan para saltarse
la cola con todo el morro! Entonces verificas cada baño por debajo para
ver si no hay piernas. Todos están ocupados. Cuando uno se abre, te
lanzas casi tirando a la persona que va saliendo. Entras y te das
cuenta de que el picaporte no funciona (nunca funciona); no importa…


Cuelgas tu bolso del gancho que hay en la
puerta, y si no hay gancho (nunca hay gancho), inspeccionas la zona, el
suelo está lleno de líquidos indefinidos y no te atreves a dejarlo ahí,
así que, te lo cuenlgas del cuello mientras miras cómo se balancea
debajo tuyo, sin contar que te desnuca la correa, porque el bolso está
lleno de mierdas que fuiste metiendo dentro -la mayoría de las cuales
nunca usas, pero están ahí por si acaso-…


Pero volviendo a la puerta… como no tenía
picaporte, sólo tienes la opción de sostenerla con una mano, mientras
que con la otra de un tirón te bajas la ropa íntima y tomas “la
posición”….. alivio….aaahhh…por fin… Ahí es cuando los muslos empiezan
a temblar…. porque estas suspendida en el aire, con las piernas
flexionadas, las bragas cortándote la circulación de los muslos, el
brazo extendido haciendo fuerza contra la puerta y un bolso de 5kg
colgando de tu cuello.


Te encantaría sentarte, pero no tuviste
tiempo de limpiar la taza ni la cubriste con papel, crees que no
pasaría nada, pero la voz de tu madre retumba en tu cabeza “jamás te
sientes en un baño público!!”, así que te quedas en “la posición” con
el tembleque de piernas, entonces por un fallo de cálculo en las
distancias una salpicada finisisisisima del chorro te da en tu propio
culo y te moja hasta las medias!! Tienes suerte si no te mojas tus
zapatos, y es que adoptar “la posición” requiere una gran concentración.


Para alejar de tu mente esa desgracia,
buscas el rollo de papel higiénico peeero, joooder…!! el rollo está
vacío..!! (siempre) Entonces suplicas que entre los 5kgs de trastos que
llevas en el bolso haya un miserable kleenex, pero para buscar en tu
bolso tienes que soltar la puerta, dudas un momento, pero cuando
sueltas la puerta, alguien empuja y recibes un portazo que tienes que
frenar con un movimiento rápido y brusco, sin miramientos o todo el
mundo te verá semi-sentada en el aire con las bragas por las rodillas
¡¡NOO!! entonces gritas ¡¡O-CU-PA-DOOO!!, mientras continúas empujando
la puerta con tu amno libre, das por hecho que todas las que esperan en
el exterior hay oido tu mensaje y ya puedes soltar la puerta sin miedo,
nadie intentará abrirla de nuevo, (en eso las mujeres nos respetamos
mucho) y te dispones a buscar tu kleenex sin agobios, te gustaría usar
más de uno pero sabes lo valiosos que son en casos similares y te
apañas con uno por si acaso.


En ese preciso instante se apaga la luz
automática del baño, en un espacio tan reducido no puede ser tan
difícil encontrar el interruptor! das la luz de nuevo con la mano del
kleenex porque la otra sigue sujetando tus bragas, vas contando los
segundos que te quedan para salir de allí, sudando porque llevas el
abrigo puesto ya que no hay perchero, y es que, hay que ver el calor
que hace en estos sitios tan pequeños y en esa posición de fuerza en la
que sigues, tus gemelos estan a punto de estallar.


Sin contar con el cabreo que llevas por el
portazo, el desnuque con la correa del bolso, el sudor que corre por tu
frente, la salpicada del chorro en la spiernas y en las medias, que
todavía están mojadas… el recuerdo de tu mamá que estaría
avergonzadísima si te viera así; porque su culo nunca tocó el asiento
de un baño público, porque verdaderamente, “tú no sabes la de
enfermedades que podrías agarrar ahí!!”


Pero ahí no queda la cosa… estás exhausta,
cuando te pones de pie ya no sientes las piernas, te recolocas la ropa
rapidamente y tiras de la cadena ¡sobre todo! Si no funciona
preferirías no salir jamás de ese baño ¡qué vergüenza! entonces sales a
los lavabos. Todo está lleno de agua así que no puedes soltar el bolso
ni un segundo, lo cuelgas al hombre, no sabes cómo funciona el grifo
con los sensores automáticos así que tocas hasta que sale un chorrito
de agua fresca, y consigues jabón, te lavas en una posición de jorobado
de Notre Damme para que no se resbale el bolso desde tu hombro y acabe
en la pica del baño bajo el chorra automático, el secador de aire es un
trasto inútil así que acabas secándote las manos en tus pantalones,
porque no piensas gastar otro kleenex para eso! y sales pasando junto a
la línea de mujeres que aún están esperando con las piernas cruzadas y
es estos momentos eres incapaz de sonreir cortesmente, consciente de
que has pasado ahí una eternidad.


Tendrás suerte si no sales arrastrando un
trozo de papel higiénico pegado a tu zapato, o peor aún, con la falda
pillada por las medias que te subiste a toda velocidad enseñando el
culo!!, y sales.


En ese momento ves a tu novio que ha
entrado, usado y salido del baño de hombre y que tuvo tiempo icluso de
leer “Guerra y Paz” mientras te esperaba. “¿Por qué has tardado
tanto?”-te pregunta irritado. “Había mucha cola…”- te limitas a decir.


Y esta, es la razón también por la que las
mujeres vamos en grupo al baño, POR SOLIDARIDAD, ya que una te aguanta
el bolso y el abrigo, la otra te sujeta la puerta, otra te pasa un
kleenex por debajo de la puerta… y así es mucho mñas sencillo y rápido
ya que tú sólo tienes que concentrarte en mantener “la posición” y la
dignidad.


ESTO VA DEDICADO A TODAS LAS MUJERES QUE HAYAN TENIDO QUE USAR UN BAÑO PÚBLICO ALGUNA VEZ EN SU VIDA… UN BESO PARA TODAS!!








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